Les propongo un recorrido imaginario. Imaginemos que un día nos prohíben compartir nuestras planificaciones. Ya no podemos estudiar cómo dan sus clases otros colegas. Los textos existentes solo deben ser usados para el propósito que su autor concibió. Ya no podemos comentar cómo damos nuestras clases ni cómo construimos nuestras intervenciones didácticas. Imaginemos que prohibieran adaptar la planificación de otros docentes para nuestros propósitos didácticos. ¿Qué sería de nuestra profesión? ¿Qué pasaría si solo dieramos clases con instructivos que no podemos compartir, distribuir o modificar? ¿Qué sería del conocimiento en ese mundo imaginario?
Ahora imaginemos que una voz se opone a este estado de situación: que grupos de docentes se reúnen y comparten sus planificaciones y sus conocimientos para mejorar su práctica docente.
Una situación similar se le planteó a fines de la década del setenta a Richard Stallman, un programador que inició todo un movimiento que pone en tela de juicio los paradigmas de propiedad del conocimiento.
El movimiento del software libre comenzó siendo una respuesta a las formas de privatización del conocimiento en el campo del software, y pasó a ser una preocupación por la cultura cuando las derivaciones de sus fundamentos se pusieron de manifiesto con la multiplicacion de medios digitales en nuestra sociedad.
Entonces... ¿qué tiene que ver este tema del software con nuestras aulas? A partir de la proliferación de las tecnologías para la comunicación y la información en los distintos niveles educativos, el rol del docente comienza a ser interpelado, no solo por los estudiantes, que esperan con su netbooks abiertas usar las TIC en clase, sino también por los distintos actores sociales que depositan en la labor del docente la realización de algunas de las esperanzas de la sociedad. En este escenario, conocer las tecnologías y el entramado social del que son parte nos da la posibilidad de interpretar estas tecnologías, para poder incluirlas en la formulación de nuestra práctica.
La conciencia de que «detrás de cada aparato hay pujas de poder» nos permite poner en perspectiva opciones que de otra manera están invisibilizadas. Optar por el uso de software libre en ámbitos educativos implica tomar posición de manera consciente por el enfoque que sustenta nuestras prácticas en relación al abordaje del conocimiento.
El Programa Conectar Igualdad incluye desde sus inicios software libre. A medida que se afianza esta inclusión se está haciendo mucho más enérgica. El año pasado comenzaron los cursos básicos para alumnos de Software Libre y programación. Las máquinas cuentan con más de 50 programas libres. Cuando los usuarios inician las máquinas pueden elegir usar el sistema operativo libre GNU/Linux. En él encontrarán los mismos programas o las versiones libres de programas privativos. Además, en la página de educ.ar pueden ver los programas libres que el equipo de desarrollo está adaptando.
En este sentido, el portal educ.ar dispone de diferentes materiales desarrollados a partir de software libre: desde juegos hasta un CD de la Colección educ.ar, con actividades específicas.
El software libre promueve la colaboración desde sus bases fundacionales, ya que se produce teniendo en cuenta cuatro principios éticos:
Esto implica cuatro tipo de libertades:
«Aunque en un sentido práctico usar el software libre es muy similar a usar cualquier otro software, el software libre es un legado que pertenece a toda la humanidad, y como movimiento es interesante entender cómo un grupo de programadores, voluntarios y activistas ha creado esta plataforma», comenta Jordi Hernández. Como la física o la matemática, constituye conocimiento legado a la humanidad.
Hoy, cuando la sociedad utiliza cada vez más estas tecnologías, es necesario saber que hay un movimiento importante que concibe y promueve la circulación libre del conocimiento, y en este caso específicamente el tecnológico. También existe otro sector que, por el contrario, y usualmente vinculado a intereses económicos, promueve privar a los ciudadanos de este conocimiento.
La opción de usar sistemas libres genera más oportunidades para que los valores éticos que lo sustentan se difundan. Es un recorrido en el que los docentes no estamos solos.